Wednesday, April 30, 2008

 

Madres en apuros

Acabo de leer en la prensa diaria un tema de palpitante actualidad: se trata de que, entre los nacimientos habidos en España durante el año 2006, el 25% corresponde a hijos de madre soltera. Lo que no dice ese artículo es el número de bebés abortados porque sus madres no se atrevieron a enfrentarse a la sociedad y a las complicaciones que les traería su pequeño vástago.

En cambio sí tengo la estadística aproximada de la Comunidad de Madrid durante el mismo periodo: 10 000 abortos y 1000 adopciones, de las cuales 850 son bebés procedentes de países extranjeros y sólo 150 de origen nacional.

A través de otras informaciones sé que en el conjunto de España las estadísticas son aún más escalofriantes: unos 93 000 abortos confirmados; sin incluir entre ellos a los provocados por la "píldora del día después", ni por el DIU, ni los totalmente clandestinos.


"Razones" para abortar

En la inmensa mayoría de los casos el aborto se justifica por el peligro que plantea el embarazo para la salud mental o psíquica de la madre. Realmente nada es más falso que esta suposición: los psiquiatras afirman con rotundidad que "es mucho más fácil arrancar un hijo del útero materno que de la mente de su madre". El sentimiento de culpabilidad en la mujer que se somete a un aborto dura toda la vida. Y si no persiste es porque está tan embrutecida que ha logrado adormecer o anular su propia conciencia.

En las campañas "pro-vida" hay que hacer más hincapié en la defensa y protección de la madre que en la inmoralidad del aborto. La inmensa mayoría de las madres que deciden abortar están convencidas de que aquello es intrínsecamente malo, pero no ven otra salida a su situación personal. Las soluciones para evitar ese terrible crimen están en encontrar alojamiento, protección, comprensión o trabajo para la madre en apuros en vez de intentar convencerla de que desista porque sí, sin ayudarla directamente con decisiones eficaces y oportunas.


Un caso entre muchos

Voy a contar una historia verídica que me ha referido un Catedrático de Medicina, amigo mío, que logró salvar - como a tantos otros - a un bebé no deseado. Los nombres que voy a utilizar serán naturalmente ficticios.

Un buen día se presentó a su despacho una joven, llamémosla Charo, con un problema agudo: su amiga íntima, Rocío, estaba embarazada y, después de llorar mucho, había decidido abortar, sin que ella consiguiera disuadirla. Cuando Charo le expuso el problema de su amiga, el consejo inmediato del médico fue éste:

- Todo se resolverá si Rocío habla con sinceridad a sus padres.

La respuesta de la joven fue rotunda:

- ¡Imposible! ¡Su padre la mataría!

El catedrático no se dejó amilanar e insistió en que la protagonista hablase, por lo menos y cuánto antes, con él. Rocío se presentó a la consulta y su respuesta resultó casi idéntica:

- ¡Si mi padre se entera, me mata!

Estos temas hay que resolverlos sobre la marcha o se corre el grave riesgo de llegar tarde. Los titubeos suelen desembocar en catástrofes. Mi amigo, el profesor, pidió el teléfono de los padres: les hablaría él mismo. Les citó en su despacho para un asunto importante y urgente "mejor hoy que mañana" les dijo.


Aclaraciones y solución

Aquella tarde sonó el timbre de su puerta y apareció la madre sola. El médico preguntó:

- ¿No viene su marido con usted?

- ¡Sí que viene! Está abajo intentando aparcar el coche.

Acuciada por la curiosidad la madre empezó a indagar.

- ¿Se trata de que la amiga de mi hija es drogadicta?

Ante la respuesta negativa, cambió el protagonismo:

-¿No será la drogadicta mi hija Rocío?

- No van por ahí los tiros - replicó el catedrático.

- ¡Ah! ¿Acaso Charo está embarazada?

- ¡Ya se va acercando, siga usted!

- ¿Como? ¡La embarazada es mi hija!

- ¡Bingo! ¡Acierto pleno!- fue la respuesta amistosa del profesor.

- ¡Mi marido la mata o nos mata a todos! - replicó la madre. ¡Hay que ver la unanimidad de opiniones!

En esto suena el timbre de la puerta. El padre ha conseguido aparcar. Los augurios, tan coincidentes, no pueden ser peores. Antes de abrir, la madre confidencialmente advierte al médico:

- Mi esposo, por su trabajo, tiene licencia de armas y siempre lleva la pistola con él.

En cuanto el profesor abrió la puerta y apareció el marido con cara de curiosidad, la mujer, desde detrás del profesional, le suelta de sopetón:

- ¡Dice que Rociito está embarazada!

El rostro de aquel hombre se demudó en un instante. Se le veía claramente contrariado. Después de unos segundos de tensión y perplejidad, echó lentamente la mano derecha al bolsillo interior de su chaqueta. Mi amigo, el médico, reflexionó:

- ¡Me voy a llevar un balazo entre ceja y ceja! ¡Como si yo fuera el padre de la criatura!

El buen hombre sacó lentamente de su bolsillo unas gafas oscuras para encubrir dos lagrimones que estaban asomando a sus ojos; se las puso y concluyó autoritario:

-¡Que se note que Rociito tiene un padre y una madre que la quieren con toda su alma y que harán lo que sea por ayudarla!

Han pasado ya cuatro años y un chavalín guapo y vivaracho corretea por toda la casa siendo la alegría y la felicidad de los mayores.
Comentario: ¡Que cunda el ejemplo!


José Mª Macarulla.
Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la UPV





Friday, April 25, 2008

 

Agua para todos

Cuando escribo estas líneas - recién iniciada la primavera - los pantanos del País Vasco y de Navarra han liberado desde sus presas cantidades ingentes de agua dulce y, así y todo, no han logrado evitar las peligrosas inundaciones y riadas en todo el Valle del Ebro, riadas que en Zaragoza alcanzaron las instalaciones de la Gran Exposición del Agua
.





Entretanto en Barcelona la sequía es tan aguda que se han establecido fuertes multas para los ciudadanos que se atrevan a lavar el coche, regar las plantas del jardín y, no digamos, llenar su piscina particular.

Por esta causa se proyecta llevar a la Ciudad Condal barcos o trenes cargados de agua desalada desde Almería o desde Francia, como parche simbólico que alivie esa necesidad. ¿Nadie sabe que las tuberías y los canales son mucho mejores que los barcos y los trenes para transportar el agua?

¡Aquí hay algo que no cuadra! Cuando escucho a nuestro Papa Benedicto XVI hablar de que "el agua es un bien común que debe ser disfrutado por todos" y que "el hombre tiene unas obligaciones morales con el medio ambiente" pienso que nuestros gobernantes y conciudadanos ignoran olímpicamente ambas consideraciones. Me explicaré.


Situación actual

Hay una manía obsesiva en desperdiciar toda el agua dulce que el río Ebro vierte al Mediterráneo. Como científico comentaré que el Ebro recoge agua de nueve Comunidades autónomas (ni una menos, basta con mirar un mapa de España) y de dos países vecinos (Andorra y Francia). Y yo pregunto: ¿Quién tiene derecho, porque parte de esa agua pasa cerca de su domicilio, a apropiársela e impedir que su exceso sea aprovechado por los vecinos sedientos, quienes ven con impotencia cómo se destruye al llegar a Amposta y se mezcla con la sal del mar? Con los millones de litros que cada segundo hoy se vierten al Mediterráneo se podrían llenar para todo el año los pantanos del Levante español. Y no me cuenten que es mejor mendigar a Francia que nos transvase, gratuitamente, a través de los Pirineos, agua del Ródano, al tiempo que desperdiciamos la que tenemos al alcance de la mano. ¿Esta propuesta no suena a tomadura de pelo?

Las obras que fueron aprobadas en las Cortes y en parte iniciadas por el Plan Hidrológico Nacional - muy bien subvencionadas en su día por la Unión Europea - han sido paralizadas para evitar el que España se convirtiera en "la huerta privilegiada de Europa", porque nuestro Levante disfruta de un clima y una fertilidad envidiados por todos. ¿Es lícito que la envidia sea el móvil que rija las relaciones entre las distintas Comunidades?

Conste que hay un precedente histórico a favor del transvase. Parte del agua del Ebro, a través de sus afluentes Zadorra y Ega, se está transvasando, a la chita callando, al País Vasco, es decir, al Cantábrico, sin que nadie haya protestado nunca por esa medida dudosamente ecológica.


Cambio climático

Otra obsesión de nuestros gobernantes es la lucha contra el cambio climático y la liberación de CO2 a la atmósfera.. ¡Qué incongruencia! Precisamente el desperdiciar el agua dulce sobrante nos obliga a reciclar el agua salada procedente del mar. Y esto supone un enorme gasto en energía eléctrica para impulsar las carísimas desaladoras. Y como además despreciamos la energía nuclear - la más ecológica, barata y segura, cuando se respetan las condiciones usuales - tenemos que quemar cantidades ingentes de petróleo para mover las centrales térmicas, con lo que gastamos divisas y liberamos un CO2 adicional a la atmósfera.

Si se utilizara el agua sobrante del Ebro, no sólo se reducirían esos gastos en energía eléctrica y gasóleo, sino que se fijaría gran parte del CO2 ambiental por medio de la función clorofílica de las nuevas plantaciones de Levante, Aragón y Cataluña, alimentadas con esa agua excedente y que sustituirían a las áreas desérticas que aumentan, día a día, en la España mediterránea. En otras palabras, ¡mataríamos varios pájaros de un tiro! Y ecológicamente eso sería lo más normal, barato y efectivo para la maltrecha economía española.


Energía eólica o nuclear

La energía eólica, obtenida de los carísimos y vistosos molinos de tres aspas, es poco rentable, resulta muy cara y tan sólo satisface la conciencia de algunos ecologistas (no confundirlos jamás con los ecólogos que éstos son gente seria, preocupada por mejorar el ambiente colectivo de la Tierra y adaptarla a las necesidades humanas).

Nuestros compatriotas detestan la energía nuclear que podría producir nuestro país, muy rico en yacimientos de uranio, pero aceptan, sin rubor alguno, kilowatios de origen nuclear producidos en las centrales francesas pegadas a nuestra frontera. ¡Otra incongruencia inexplicable!

Por último, en vez de considerar la genial frase de algún político iluminado que defiende el principio de que "el agua sólo para el que le llueva o le nieve" y se construyesen algunos pantanos más, cerca de las cabeceras de los ríos, se evitarían muchas de las actuales inundaciones, se repartiría mejor ese tesoro caído del cielo y se retendría más agua potable para que todos la disfrutaran en los periodos de sequía.


Conclusiones

La envidia entre Comunidades, la desertización creciente del Levante español y el despilfarro de divisas por la inconsciencia, la ignorancia o la mala fe de nuestros gobernantes, se compaginan muy mal con el sentir cristiano del hombre. Si todos somos hermanos ¡ que se pueda decir con propiedad "mirad cómo se aman los cristianos " y no "mirad cómo se ponen zancadillas por afán de dejar ciego al prójimo, aun a costa de quedarse tuerto uno mismo"!

¡Cómo me gustaría que estas consideraciones, tan políticamente incorrectas, fuesen leídas y meditadas por todos mis compatriotas!

José Mª Macarulla.
Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la UPV





Wednesday, April 23, 2008

 

Diagnóstico prenatal

Desde hace algunos años muchos matrimonios que esperan un hijo deciden hacerse un diagnóstico prenatal, para conocer de antemano el sexo de ese hijo, su dotación génica o las posibilidades de que pueda sufrir alguna enfermedad congénita.






Vamos a revisar brevemente diversos aspectos de ese diagnóstico que afectan a la bioética: material utilizado, técnica escogida, objetivos buscados, etc.,....

Sobre el material, distinguiremos los diagnósticos realizados sobre feto, embrión implantado, embrión previo a su implantación (selección de embriones), o previo a la concepción (selección de gametos).

Sobre el tipo de diagnóstico, puede ser genético o somático.

Y sobre las técnicas utilizadas pueden ser invasivas o cruentas (biopsias) o bien no invasivas o incruentas (ecografías).

De todo ello resulta fácil adivinar que algunas de esas manipulaciones serán éticamente correctas y, en cambio, otras serán moralmente delictivas.

La más famosa y popular es la amniocentesis, es decir, la punción del líquido amniótico, a través de la pared del abdomen, seguida de cultivo de las células de origen fetal que se encuentran en él. Si esa punción es muy precoz arrostra el riesgo de aumentar la tasa de abortos hasta un 5,3 % y si es algo más tardía ese riesgo puede disminuir hasta el 0,2 %.

Otras técnicas análogas serían la cordocentesis, o toma de células del cordón umbilical, la vellocentesis, toma de vellos coriales, que comportan unos riesgos de abortos variables desde el 1 hasta el 4 %.

El diagnóstico pre-implantación suele aplicarse a los casos de fecundación in vitro (FIVET) sobre todo para prevenir el síndrome de Down, rechazando los embriones que manifiesten una trisomía del cromosoma 21. Este riesgo aumenta con la edad de la madre desde un 0,05 % en las madres menores de 19 años hasta un 1,6 % en las que superan los 42 años de edad.

La medida que se adopta cuando el embrión o el feto (ya implantado) presenta esa trisomía es desecharlo o eliminarlo mediante el aborto. Es de destacar, como oí recientemente a un conferenciante prestigioso, que en Cataluña el año pasado no había nacido ningún niño mongólico, lo que estadísticamente demuestra que todos ellos fueron eliminados o abortados, antes del nacimiento.



¿Para qué se hacen estos análisis?

La razón teórica que se aduce para realizar esos análisis es evitar la angustia o zozobra de la madre y su familia pero, si se confirma una anomalía genética de este tipo u otros análogos, la solución que suele adoptarse es la eliminación directa del nuevo ser. Algunas anomalías somáticas podrán tratarse a veces durante la estancia del feto en el espacio intrauterino y en estos casos el diagnóstico por ecografía u otra técnica no invasiva será, no sólo éticamente correcto, sino recomendable.

Cualquier tratamiento, incluso el quirúrgico, debe buscar, en éste como en todos los casos, únicamente el bien del enfermo - en este caso del embrión y de la madre - y no debe exponer sus vidas de modo innecesario o desproporcionado. Sólo así será legítima la actuación médica proyectada.

En cambio, el arriesgar la vida del feto o embrión con el propósito morboso de eliminarlo, si no responde a las expectativas puestas en él, resulta condenable. En este caso - el más general - basta aplicar aquel principio popular: "El fin no justifica los medios". Recordemos el Evangelio ¿hay algo más amistoso que un beso? Sin embargo a Judas ese beso le supuso la condenación, porque su fin era entregar al Maestro a los esbirros del Sanedrín.

En cuanto al diagnóstico pre-implantatorio o pre-fecundación, éste incide de lleno en la condena universal de la manipulación genética. Su objetivo es realizar una selección génica o eugenética, es decir, eliminar a los hijos no deseados y sólo dejar vivir a uno de los mejores. En otras palabras, los hombres se auto-erigen en jueces que deciden "quienes deben vivir y quienes deberán morir para mejorar la especie o para satisfacer un capricho de los padres (por ejemplo, elegir el sexo del hijo o sus mejores cualidades somáticas)".

Digan lo que dijeren las "leyes" de cada país, existe una Ley universal que obliga a la familia humana. Me refiero a la Ley de Dios inscrita en todas las conciencias, de forma independiente al credo particular de cada individuo (se la suele llamar en términos bioéticos, Ley Natural y es de obligada obediencia y acatamiento.

José Mª Macarulla.
Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la UPV







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