Friday, May 23, 2008
Ciudadanía o adoctrinamiento
Se está desarrollando una intensa campaña gubernamental, orquestada a bombo y platillo por los innumerables medios afines, para que los jóvenes acepten, como cosas normales y sin rechistar, el divorcio-expres, el aborto de los bebés no deseados, los "matrimonios" de homosexuales, la adopción por esas parejas de indefensos niños, el uso generalizado de preservativos y, entre otras cosas, una nueva versión de la historia reciente de España.
Todo ello va a concretarse con la nueva asignatura obligatoria "Educación para la Ciudadanía" que pretende ser más un Adoctrinamiento laicista que una verdadera Educación.
Todos sabemos que: "El hecho de que el Estado suplante a las familias para protagonizar la formación moral de los ciudadanos es una característica genuina de los Regímenes totalitarios".
A este respecto, recuerdo la visita a España de una prestigiosa bioquímica polaca - la doctora Gabriela Zarzala - a la que tuve el honor de agasajar en Bilbao. Ese tipo de imposición se lo hacía a ellos la Unión Soviética, predicándoles, entre otras cosas, el marxismo y el ateísmo, pero los polacos procuraban contrarrestarla con una sólida formación cristiana desde las parroquias y las propias familias. Sin extenderme en detalles y hermosas anécdotas sólo recordaré, como frase final, la apreciación que ellos hacían de sus ocupantes militares y tiranos políticos: "Los rusos - decía - no son nuestros amigos; son nuestros hermanos - y, ante mi gesto de extrañeza, tuvo que matizarme - los amigos los escoge uno mismo, los hermanos te vienen impuestos, sin remedio".
Claro que los sacerdotes polacos eran vigorosamente cristianos, valientes y fieles. Entre los nazis y los rusos mataron o encarcelaron a la mayoría de ellos. Baste recordar la valentía de Karol Wojtyla - Juan Pablo II - tanto en sus alocuciones de antes como de después de ser elegido Papa.
Precedentes históricos
En la postguerra española, los obispos de todas las diócesis reunieron en especial a los sacerdotes supervivientes de los tres años de persecución y catacumbas en la zona republicana y los animaron a hacer unos Ejercicios o Retiros Espirituales que reactivasen su vida de oración y su vitalidad apostólica. La conveniencia de ese proceder viene recomendada por aquella sentencia popular que dice. "El pueblo siempre alcanza la perfección en un grado inferior a la de su sacerdote. Si el sacerdote es santo, el pueblo es piadoso. Si el sacerdote es piadoso, el pueblo es honrado. Si el sacerdote es honrado el pueblo se aleja de Dios. No pensemos qué pasaría si el sacerdote ni siquiera fuese honrado,....". Como fiel cristiano me pregunto ¿ya hacen nuestros sacerdotes Ejercicios o Retiros Espirituales con la frecuencia recomendada por la Santa Madre Iglesia? Ahí descansa precisamente la neutralización eficaz del laicismo y paganismo que imperan en la calle, en espectáculos y en medios de comunicación.
También los seglares debemos esforzarnos en nuestra correcta formación moral, para ayudar, con eficacia y sin dudas ni vacilaciones, a nuestros prójimos. Tal vez podríamos alegar que la vida nos ofrece a todos diversas propuestas: unas dañinas y otras beneficiosas. Sólo tendríamos que probarlas todas y escoger las mejores. A este respecto recuerdo la comparación con la farmacia. Unos frascos contienen medicinas y otros, venenos. No podemos beber de todos porque podríamos morir envenenados. Es mejor que un experto, de confianza, nos diga qué podemos tomar y qué debemos rechazar sin ni siquiera probarlo. Así pues, el apostolado personal resulta ser un elemento clave en la formación de nuestros prójimos.
Entre mis colegas bioquímicos que ya han fallecido, recuerdo algunos con los que tuve cierta intimidad y que lógicamente no voy a nombrar de forma personalizada. Los educados en su juventud por la Institución Libre de Enseñanza solían perder la fe de la infancia alrededor de los 14 ó 15 años. Un anciano de 84 me confesó llorando que no conseguía recuperarla - tanto la habían ridiculizado sus profesores - e iba a morir lejos de la Iglesia. Otros simplemente se declaraban ajenos a toda espiritualidad.
En cambio, un amigo y maestro mío, fiel y devoto católico en su juventud, que había abandonado los sacramentos y la fe desde hacía 14 años (incluso por la tele recomendaba los abortos en ciertas circunstancias) cinco días antes de morir hizo una confesión general y se sintió feliz de volver al seno de la Iglesia. (Pienso que en él se actualizó la promesa de la Virgen de que asistiría con las gracias necesarias a quienes confesaran y comulgaran Nueve Primeros Viernes de mes seguidos, devoción que él había practicado muchos años atrás).
Posibles remedios
¿Cómo saldremos vencedores en un ambiente tan inhóspito como el actual? Aquí utilizaré el símil de la barraca situada en un entorno gélido. ¿Es posible tapar todas las rendijas de las paredes, techo, puertas y ventanas para que no entre el frío del exterior? ¿No sería mejor encender un buen fuego dentro de la barraca para que sea el calor lo que sale fuera y no el frío externo lo que penetra dentro? Sólo si nos encendemos con Amor de Dios - con una sólida vida espiritual - podremos vencer al ambiente hostil que nos rodea.
También es cierto que adaptando y modificando los programas de esa asignatura controvertida (por ejemplo, no enseñando lo de "Alí-Babá y los 40 maricones" - perdón por la cita textual) en los colegios de inspiración cristiana se podría librar de la deformación moral a una cierta parte de la población española; pero ¿y el resto? ¿no se produciría una escisión peligrosa respecto a sus ideales entre los jóvenes de nuestro país? No olvidemos que la mayoría de los padres de los centros estatales han solicitado que se imparta Religión a sus hijos. A todos esos no les queda otro recurso que la objeción de conciencia, venciendo las descarnadas amenazas del Gobierno para atropellarla (no pasar curso, no obtener ayudas ni títulos, etcétera,...).
En resumen, pienso honradamente que sólo un vigor, una fe y un amor de Dios al estilo polaco podrá librarnos y hacernos inmunes al laicismo y aberraciones morales que hoy imperan en nuestro ambiente.
José Mª Macarulla.
Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la UPV