Friday, April 25, 2008
Agua para todos
Cuando escribo estas líneas - recién iniciada la primavera - los pantanos del País Vasco y de Navarra han liberado desde sus presas cantidades ingentes de agua dulce y, así y todo, no han logrado evitar las peligrosas inundaciones y riadas en todo el Valle del Ebro, riadas que en Zaragoza alcanzaron las instalaciones de la Gran Exposición del Agua.
Entretanto en Barcelona la sequía es tan aguda que se han establecido fuertes multas para los ciudadanos que se atrevan a lavar el coche, regar las plantas del jardín y, no digamos, llenar su piscina particular.
Por esta causa se proyecta llevar a la Ciudad Condal barcos o trenes cargados de agua desalada desde Almería o desde Francia, como parche simbólico que alivie esa necesidad. ¿Nadie sabe que las tuberías y los canales son mucho mejores que los barcos y los trenes para transportar el agua?
¡Aquí hay algo que no cuadra! Cuando escucho a nuestro Papa Benedicto XVI hablar de que "el agua es un bien común que debe ser disfrutado por todos" y que "el hombre tiene unas obligaciones morales con el medio ambiente" pienso que nuestros gobernantes y conciudadanos ignoran olímpicamente ambas consideraciones. Me explicaré.
Situación actual
Hay una manía obsesiva en desperdiciar toda el agua dulce que el río Ebro vierte al Mediterráneo. Como científico comentaré que el Ebro recoge agua de nueve Comunidades autónomas (ni una menos, basta con mirar un mapa de España) y de dos países vecinos (Andorra y Francia). Y yo pregunto: ¿Quién tiene derecho, porque parte de esa agua pasa cerca de su domicilio, a apropiársela e impedir que su exceso sea aprovechado por los vecinos sedientos, quienes ven con impotencia cómo se destruye al llegar a Amposta y se mezcla con la sal del mar? Con los millones de litros que cada segundo hoy se vierten al Mediterráneo se podrían llenar para todo el año los pantanos del Levante español. Y no me cuenten que es mejor mendigar a Francia que nos transvase, gratuitamente, a través de los Pirineos, agua del Ródano, al tiempo que desperdiciamos la que tenemos al alcance de la mano. ¿Esta propuesta no suena a tomadura de pelo?
Las obras que fueron aprobadas en las Cortes y en parte iniciadas por el Plan Hidrológico Nacional - muy bien subvencionadas en su día por la Unión Europea - han sido paralizadas para evitar el que España se convirtiera en "la huerta privilegiada de Europa", porque nuestro Levante disfruta de un clima y una fertilidad envidiados por todos. ¿Es lícito que la envidia sea el móvil que rija las relaciones entre las distintas Comunidades?
Conste que hay un precedente histórico a favor del transvase. Parte del agua del Ebro, a través de sus afluentes Zadorra y Ega, se está transvasando, a la chita callando, al País Vasco, es decir, al Cantábrico, sin que nadie haya protestado nunca por esa medida dudosamente ecológica.
Cambio climático
Otra obsesión de nuestros gobernantes es la lucha contra el cambio climático y la liberación de CO2 a la atmósfera.. ¡Qué incongruencia! Precisamente el desperdiciar el agua dulce sobrante nos obliga a reciclar el agua salada procedente del mar. Y esto supone un enorme gasto en energía eléctrica para impulsar las carísimas desaladoras. Y como además despreciamos la energía nuclear - la más ecológica, barata y segura, cuando se respetan las condiciones usuales - tenemos que quemar cantidades ingentes de petróleo para mover las centrales térmicas, con lo que gastamos divisas y liberamos un CO2 adicional a la atmósfera.
Si se utilizara el agua sobrante del Ebro, no sólo se reducirían esos gastos en energía eléctrica y gasóleo, sino que se fijaría gran parte del CO2 ambiental por medio de la función clorofílica de las nuevas plantaciones de Levante, Aragón y Cataluña, alimentadas con esa agua excedente y que sustituirían a las áreas desérticas que aumentan, día a día, en la España mediterránea. En otras palabras, ¡mataríamos varios pájaros de un tiro! Y ecológicamente eso sería lo más normal, barato y efectivo para la maltrecha economía española.
Energía eólica o nuclear
La energía eólica, obtenida de los carísimos y vistosos molinos de tres aspas, es poco rentable, resulta muy cara y tan sólo satisface la conciencia de algunos ecologistas (no confundirlos jamás con los ecólogos que éstos son gente seria, preocupada por mejorar el ambiente colectivo de la Tierra y adaptarla a las necesidades humanas).
Nuestros compatriotas detestan la energía nuclear que podría producir nuestro país, muy rico en yacimientos de uranio, pero aceptan, sin rubor alguno, kilowatios de origen nuclear producidos en las centrales francesas pegadas a nuestra frontera. ¡Otra incongruencia inexplicable!
Por último, en vez de considerar la genial frase de algún político iluminado que defiende el principio de que "el agua sólo para el que le llueva o le nieve" y se construyesen algunos pantanos más, cerca de las cabeceras de los ríos, se evitarían muchas de las actuales inundaciones, se repartiría mejor ese tesoro caído del cielo y se retendría más agua potable para que todos la disfrutaran en los periodos de sequía.
Conclusiones
La envidia entre Comunidades, la desertización creciente del Levante español y el despilfarro de divisas por la inconsciencia, la ignorancia o la mala fe de nuestros gobernantes, se compaginan muy mal con el sentir cristiano del hombre. Si todos somos hermanos ¡ que se pueda decir con propiedad "mirad cómo se aman los cristianos " y no "mirad cómo se ponen zancadillas por afán de dejar ciego al prójimo, aun a costa de quedarse tuerto uno mismo"!
¡Cómo me gustaría que estas consideraciones, tan políticamente incorrectas, fuesen leídas y meditadas por todos mis compatriotas!
José Mª Macarulla.
Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la UPV