Monday, March 26, 2007

 

Matrimonio de gays

Hace 68 años me enseñaron que 2 y 2 son 4 y jamás creí que iba a llegar un momento en que eso - tan evidente - se pondría en tela de juicio y habría que demostrarlo.

Pues bien, a eso vamos: ¿Pueden casarse dos gays? En el día de hoy muchos "progresistas" tienden a tergiversar y prostituir los conceptos clave de todas las culturas y sociedades que siempre han considerado que "el matrimonio es la unión permanente de un hombre y una mujer para constituir una familia".

La misma palabra matrimonio deriva de los vocablos latinos "matrix" y "munium" que significan oficio de madre. Así pues, según su etimología, el matrimonio es una unión que tiene como primer objetivo "engendrar y educar a los hijos" que es justamente lo que hacen las madres y eso no lo pueden hacer los gays.

(artículo del Prof. José Mª Macarulla).







Las diversas vertientes (biológica, social, jurídica, espiritual,...) son coincidentes y complementarias y vienen a reafirmar el significado etimológico del matrimonio. Los gays nunca podrán constituir un verdadero matrimonio. Los Estados podrán reconocer una estabilidad y conceder unos derechos a los gays o lesbianas que "se asocien de por vida", pero deberán inventar o adaptar una fórmula diferente, por ejemplo, Sociedades Anónimas, Limitadas, De Seguros Mutuos, Fraternidades u otras, pero deben respetar y dejar en paz a la verdadera familia, a la que ya Cicerón definía como "Pincipium urbis et quasi seminarium reipublicae", es decir, "unidad básica de la sociedad y del estado".

Como biólogo voy a aducir conceptos e ideas englobados en nuestra disciplina y que pueden ilustrar de forma conveniente lo que ya nos sugiere el sentido común de personas civilizadas. ¿Qué dice pues la Biología? El hombre, como los demás seres vivos, debe desarrollar tres funciones fundamentales, a saber, las de relación, nutrición y reproducción.

¡Veámoslas con orden! La función de relación nos permite integrarnos en el entorno en que vivimos y comportarnos correctamente tanto con nuestros semejantes como con las demás especies vivas. Para un desarrollo equilibrado, esta relación empieza dentro de la familia y se complementa en una sociedad bien estructurada. Están documentados múltiples casos de clamorosos errores en ese desarrollo humano. Recuerdo el de un niño-gacela, de 18 años, capturado en Irak, que jamás "pudo ser recuperado para nuestra especie". Vivió hasta su muerte como una gacela: sólo comía hierba, cuando se escapaba corría a cuatro patas y a 60 km/hora, y nunca llegó a hablar o razonar como un hombre. En la India fueron capturados dos hermanitos-lobo, criados por una jauría de esos cánidos, que sólo comían carne cruda, se comunicaban mediante aullidos, jamás aceptaron vestirse, etc., y sólo se les pudo detectar un aspecto humano: al morir uno de ellos, al otro se le saltaron dos lágrimas (esto no es propio de los lobos). Con estos precedentes ¿qué cabe esperar de un niño educado por una pareja estable de gays? ¿Podrá alcanzar un desarrollo armónico si en su ambiente no conoce siquiera lo qué es una verdadera madre?

La función de nutrición tiene por objetivo alimentar correctamente al individuo, para lograr un desarrollo equilibrado y una vida saludable. Se puede atentar contra esa función tanto por defecto como por error o por exceso. Por defecto podrían situarse las huelgas de hambre y muchas dietas de adelgazamiento o sesgadas (por ejemplo, vegetarianas estrictas). Tampoco se puede sustituir habitualmente la comida que alimenta por un sucedáneo o placebo que engaña y no nutre (por ejemplo, la famosa papilla de bario, ingerida como contraste en las radioscopias gástricas). Por exceso, la gula y los atracones que conlleva pueden conducir a indigestiones o bien a estados patológicos (por ejemplo, borracheras con cirrosis al final, enfermedades derivadas de la hipercolesterolemia, etc...). A veces, un único error puede destruir de modo irreversible toda una vida ordenada (por ejemplo, la ingestión de setas venenosas).

La función de reproducción garantiza la continuidad de la especie. A diferencia de la nutrición, esta no resulta esencial para cada individuo, pero sí lo es para la comunidad. Determinadas personas, si eligen, por ejemplo, el celibato apostólico, pueden desentenderse de la reproducción aunque no de la relación y la nutrición. Así como la alimentación, por designio divino (para que no nos olvidemos de comer), va acompañada de ciertos placeres, también la reproducción conlleva un placer propio, puesto que su inicio suele ir seguido por una colección de sacrificios ulteriores y las personas egoístas jamás lucharían de forma altruista por el porvenir de la especie. También desvincular deliberadamente la actividad sexual del objetivo reproductivo es una aberración tan antinatural como pretender comer sin alimentarse y así morir de hambre.

La necesidad de una familia verdadera y armónica se puede justificar por mil razones biológicas. Diré sólo algunas: el hombre es el mamífero con una infancia más larga. Mientras que en un perro o un gato la infancia abarca la vigésima parte de sus vidas, el hombre depende de sus padres la cuarta parte de la suya. Y esto se debe a que posee menos instinto y sus conocimientos dependen más del aprendizaje. Hasta el idioma materno ha de aprenderlo (aprovechemos para enseñar inglés a nuestros hijos durante la infancia, porque así lo aprenderán mejor y para siempre). Cuanto más elevada es la cultura de un pueblo tanto más larga es la infancia de sus jóvenes.

Algunos afirman que el reconocer como matrimonio a las asociaciones temporales (parejas de hecho) o a pares de gays o de lesbianas no perjudica para nada a las familias tradicionales. ¡Y esto es totalmente erróneo! ¿Ustedes creen que poner en circulación montones de monedas falsas no perjudica a la moneda verdadera? Al contrario, la devalúa y puede llegar a hundir la economía del país. Así, por ejemplo, al existir más "familias" cada una recibirá menos ayudas económicas (el presupuesto estatal siempre es limitado) y sobre todo las verdaderas verán disminuida la posibilidad de adoptar niños al tener que competir con las fraudulentas.

En resumen, no somos los dueños absolutos de nuestra vida, nuestra salud, nuestra sexualidad o de nuestros hijos, sino simplemente somos administradores de todos esos bienes, al servicio del bien común. Al final deberemos dar cuenta, a Dios y al mundo, de nuestras actuaciones. Cuando un hombre y una mujer se casan debe ser para toda la vida, "en salud o enfermedad, en riqueza o en pobreza,...." Lo contrario origina inseguridad y temor ante la vejez, la invalidez, la enfermedad, la precariedad de medios,....Ir contra naturam siempre acarreará desgracias a los individuos y a la sociedad que fomente tales aberraciones que repugnan hasta a la misma biología.

José Mª Macarulla
Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la UPV




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